Memoria
Hiroshi Sugimoto
Fotografía y memoria siempre han ido de la mano. Susan Sontag nos señalaba que “la fotografía no es sólo una imagen (en el sentido en que lo es una pintura), también es un vestigio, un rastro directo de la imagen previa, como una huella o una máscara mortuoria, algo que conserva de un modo nostálgico las trazas de su primer origen”. La fotografia, como productora de imágenes, tiene así, una capacidad extraordinaria para relatar el paso del tiempo y fijar nuestra memoria. Por una parte, “inmoviliza” lo fotografiado, por otra, permite evocar lo fijado, comunicarlo con los demás. En palabras de Roland Barthes: “la fotografía repite mecánicamente lo que nunca más podrá repetirse existencialmente”.
Sin embargo, algunos críticos consideran que la fotografía “creativa” ha realizado su entrada en el campo de las artes plásticas a costa de “olvidarse” de su origen y “en paralelo a la erosion actual del fotoperiodismo y el abandono del “momento decisivo” tan querido de Cartier Bresson”. Se trataría de una fotografía reducida a una mera herramienta de experimentación artística o bien de una “fotografía manifestación del actual academicismo fotográfico, o más propiamente, antifotográfico, en la línea de algunos autores interdisciplinares reclutados en todas las orillas del arte, que se acercan a la fotografía seducidos por sus posibilidades plásticas y por su creciente presencia en ferias y mercados” [Publio López Mondéjar]. Es decir, “las fuerzas reales del mercado artístico,habrían contribuido a despojar la fotografía de sus cualidades de representación” fortaleciendo un rechazo radical a un realismo documental y disolviendo, así, su papel de salvaguarda literal, crítica o creativa de la “memoria” de la humanidad.
En realidad, la fotografía (aun llamada en ocasiones “artística”, aunque actualmente ya no es necesario) ha pasado a englobar todos los géneros (documentalismo, fotoreportaje, etc) y contiene, también todas las corrientes, desde la más academicistas y esteticistas, a las más críticas que “utilizan la fotografia como herramienta de deconstrucción susceptible, por ejemplo, de cuestionar el poder de los media en el seno del capitalismo liberal, de acabar con el mito de la originalidad de la obra apropiándose y reciclando sin cesar las imágenes existentes”, o de deconstruir la identidad del sujeto. Actualmente se practica la mezcla de géneros y de prácticas, el mestizaje y la hibridación, pero aunque la fotografía haya asistido recientemente a una aceptación y valoración simbólica en el arte y en el mercado sin precedentes, no significa que siga, tal como la concebimos en la actualidad, en el centro del debate ya que éste tiende a desplazarse hacia otras cuestiones y entornos relacionados (la migración de imágenes sobre otros soportes, la circulación ininterrumpida de imágnes en las redes, etc). Sin duda, la fotografía, más que olvidar, está empezando a hacer suyas también las nuevas narraciones. [Dominique Baqué, Qu´est-ce que la photographie aujourd´hui?]